Sedantes
Con mucha frecuencia y, por qué no decirlo, diariamente, el odontólogo no sólo se encuentra con el paciente y su afección bucodental si no también con su marcada ansiedad que precede a todo tratamiento odontológico, ya sea que se trate de un adulto o un niño.
Generalmente el odontólogo está capacitado para atender dicha ansiedad estableciendo una buena relación profesional-paciente, lo que requiere un adecuado manejo psicológico de la situación. Pero no siempre es posible el logro de este objetivo, sobre todo cuando se trata de un niño pequeño o de un adulto aprensivo, por lo que se hace indispensable recurrir a algún fármaco ansiolÃtico para realizar una adecuada atención odontológica en estos pacientes. Es frecuente también que el odontólogo deba efectuar tratamiento a pacientes con patologÃa neuropsiquiátrica que dificultan su accionar. En estos pacientes que presentan afecciones como las señaladas, la premedicación con ansiolÃticos es de rigor.
Los fármacos ansiolÃticos de primera elección son las benzodiazepinas. Son medicamentos depresores selectivos del sistema nervioso central con amplio margen de seguridad.
Las benzodiazepinas constituyen una inmensa familia de medicamentos entre los que se encuentran el diazepam, clordiazepóxido, lorazepam, oxazepam, etc. Junto con sus efectos ansiolÃticos, muchos de ellos tienen también propiedades hipnóticas, miorrelajantes y anticonvulsivas.
Con estos fármacos el odontológo puede lograr una sedación en sus pacientes, un buen sueño en la vÃspera de la intervención, buena relajación muscular si esta fuera necesaria y frente a convulsiones. Se pueden clasificar en ansiolÃticos o hipnóticos de acción prolongada, intermedia, corta y ultracorta.
Relajantes musculares
Se recomienda el uso de relajantes musculares en las fases de mayor dolor, en las crisis agudas o en las exacerbaciones de los casos crónicos. En general, y salvo excepciones, para disminuir el riesgo de efectos secundarios se recomienda no usarlos más de 7 dÃas seguidos. Algunas de las recomendaciones basadas en la evidencia cientÃfica disponible contraindican especÃficamente su uso por un perÃodo más prolongado por el riesgo de habituación y dependencia.
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